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    Publicado por: Unknown Fecha de publicación: lunes, septiembre 15, 2014 / comentario : 0

    Mientras los conservadores europeos tratan de prohibir el uso del hiyab y/o el burka en todo el continente, las propias musulmanas se enfrentan en las redes a propósito de la conveniencia de su uso. La guerra dialéctica que sostienen es encarnizada. Entre las más abiertamente hostiles a cubrirse la cabeza se hallan las secciones árabes de Femen. Por si a alguien le quedaba alguna duda acerca de la aversión que el islamismo les produce, la feminista egipcia Aliaa Magda Elmahdi volvió a cubrir de heces y sangre menstrual las banderas de ISIS el sábado pasado. Eso sí, esta vez fue con Photoshop.





    Texto por Ferran Barber| ALIEN KARMA | Diario Público.
    La feminista egipcia Aliaa Mahda Elmahdi volvió a menstruar y a defecar este fin de semana sobre la bandera del Estado Islámico. El "post" incluía una variante en sepia de la fotografía que publicó en agosto (imagen superior derecha) más un montaje en Photoshop con la bandera de ISIS manchada de excremento y sangre menstrual. La fotografía de la izquierda es la nueva imagen del perfil de Femen Irak.

    Elmahdi se hizo mundialmente famosa a raíz de una acción llevada a cabo en Estocolmo (2012) junto a otras activistas de Femen. En aquella ocasión, posó desnuda con el siguiente texto dibujado sobre su cuerpo: "La Sharia no es una constitución". Desde que Femen le declaró la guerra al "fascismo islámico", viene poniendo en entredicho la supuesta compatibilidad de la Ley Islámica con la igualdad de género, los derechos humanos y la democracia. Femen aboga también por la secularización de los Estados con población mayoritariamente musulmana. Dentro del entorno árabe, Túnez es el único país que no confiere papel alguno a la Sharia dentro de su ordenamiento jurídico, ni siquiera como fuente inspiradora de sus principios rectores básicos.


    Estas acciones llevadas a cabo por las feministas árabes tras el arresto de la tunecina Amina Sboui han sido inmediatamente respondidas por otros colectivos de musulmanas, a través de las redes sociales. “Ni desnudarme me libera ni necesito ser salvada”, puede leerse en la fotografía de portada de uno de los grupos de Facebook más populares entre las partidarias de cubrirse el cabello (Muslim Women Against Femen). Las 16.000 simpatizantes que esta página de Facebook ha logrado reunir hasta la fecha están esencialmente conectadas por una convicción: “Cubrirse el cabello es ‘cool’. Simpatizar con Femen es darle la espalda al Islam y 'comulgar' con las ruedas occidentales de molino”.

    Estas defensoras del hiyab están mucho más lejos de la capitana Marvel que de Burka Avenger, una curiosa heroína de ficción paquistaní que se oculta bajo un burka por la noche para defender el derecho a la educación de las mujeres.

    ¿Quiénes se hallan detrás del grupo contrario a Femen y de otras páginas similares? La activista ucraniana Inna Shevchenko no alberga duda alguna de que todas estas páginas fueron creadas por “señores barbudos”. Cierto o no, al apuntar directamente hacia los “fascistas islamistas”, Shevechenko pasa por alto un hecho incuestionable: los desnudos-protesta de activistas árabes como Sboui o Elmahdi no sólo han desencadenado la ira de los “imanes-trabucaire” de la caverna coránica. Existe también un sector importante de musulmanas que no ve con buenos ojos las provocaciones de Femen y que entiende que la lucha por los derechos de la mujer no resulta incompatible con el respeto por los preceptos del Islam.

    A este último grupo, pertenece un sector moderno de feministas islámicas que está cobrando empuje en torno a cierta idea: “El problema no está en el Islam, sino en la interpretación que los hombres hacen del mismo”. La cabeza más visible de esta tendencia es Musawah, un movimiento creado en Kuala Lumpur hace cinco años por mujeres procecedentes de diferentes países.

    Tal y como ha dejado escrito en alguna ocasión la musulmana hispano-francesa Natalia Andújar, el asunto es relevante porque si tal y como sostiene Femen, el machismo es inherente al Islam, “no hay salvación posible dentro del marco religioso”. En otras palabras, las chicas de Mushawar han abierto una puerta a la liberación de las musulmanas sin volver la espalda a Alá.

    Por otro lado, a juzgar por las encuestas y en contra de lo que se sostiene en Occidente, la mayoría de las musulmanas son partidarias de cubrirse la cabeza en sus países de origen (ver gráfico del recuadro inferior). A decir verdad, ni siquiera se cuestionan el carácter patriarcal de las sociedades a las que pertenecen. O si se lo cuestionan, no pueden hacer público su desacuerdo sin poner en riesgo su seguridad e integridad personal, dado que la mayor parte de los países musulmanes carecen de un marco de libertades comparable al de Occidente.

    En Irán, por ejemplo, exhibirse en público con el cabello descubierto se castiga con setenta latigazos y hasta sesenta días de prisión. Otros países musulmanes como Arabia Saudí establecen penas similares e incluso más duras. Y a pesar de ello, son ya 654.000 las simpatizantes de la página de Facebook Stealthy Freedom. Esta web se creó a mediados de este año para brindar un escaparate a las mujeres musulmanas que quisieran mostrarse en público con el cabello descubierto.



    "Las encuestadas saudíes, kuwaitíes y uzbecas no tienen la percepción de estar siendo subyugadas por sociedades machistas".
    ¿De qué modo se llegó a semejante conclusión? Tal y como explica a Diásporas una de las responsables del IPS, Madelyn Swift, la encuesta de Gallup se realizó preguntando a las mujeres si creían o no que eran tratadas con respeto y dignidad. “Es decir, lo que en realidad mide esa encuesta era la percepción que las propias mujeres tienen acerca de la posición que ocupan en sus sociedades”, precisa Swift.

    Para llegar a determinar la verdadera situación de las féminas fue preciso considerar otras variables como los años de escolarización en educación primaria, la mortalidad materna o la paridad de género en la educación secundaria. Tan pronto como se incorporaron esos criterios objetivos a la postal del IPS, esa visión idílica se desmoronó.

    Lo verdaderamente significativo de esos resultados es que, a todos los efectos, las encuestadas uzbecas, saudíes, kuwaitíes y de Emiratos Árabes Unidos no tienen la percepción de estar siendo subyugadas por sociedades patriarcales y machistas. Algo semejante ocurre con el hiyab y todas sus variantes. Mientras en Occidente se presenta su uso como un símbolo de la opresión que los estados islámicos ejercen sobre la mujer, las encuestas indican que la mayoría de las musulmanas prefieren utilizarlo en sus países de origen (ver el gráfico superior).

    Salta a la vista que también el gráfico plantea una objeción muy obvia. ¿Hasta qué punto las musulmanas pueden expresarse libremente en sus países?; ¿hasta qué punto no son esas mujeres víctimas de una educación patriarcal y machista?; ¿hasta qué punto pueden elegir?




    © Ferran Barber| ALIEN KARMA | Diario Público

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